UNA HORA CON FERNANDO LALANA
El pasado martes 18 de marzo visitó nuevamente nuestro
instituto el escritor aragonés Fernando Lalana, autor de diversos libros como Morirás
en Chafarinas, El paso del estrecho, Amsterdam Solitaire o La
tuneladora. Precisamente, este último título es el que le trajo a Seròs
para mantener un coloquio con los alumnos de 2º de la ESO, quienes lo habían
leído durante la segunda evaluación.
Tras una pequeña presentación del escritor por parte de la
directora del Departamento de Castellano, Dolors Seuma, tomó la palabra
Fernando Lalana para saludar a su auditorio y dar paso, sin más preámbulos, a
las preguntas y curiosidades de sus lectores.
Como era de esperar, al inicio, las preguntas se centraron en
La tuneladora. Interesaba sobremanera
por qué se introdujo en la trama una máquina de este tipo y también si los lugares
y personajes de la obra estaban basados en la realidad. El escritor explicó
que, excepto el comisario de policía Souto –basado en un comisario amigo suyo–,
el resto de los personajes del libro son totalmente inventados. No sucede lo
mismo con los diferentes espacios en donde se ambienta la novela, que sí se
corresponden con localizaciones reales de Zaragoza, ciudad donde nació y sigue
viviendo en la actualidad Lalana. En cuanto al título del libro, aclaró que la
idea surgió a raíz de que un amigo suyo, que trabajaba en la obras del AVE, le
invitó a conocer una de las grandes tuneladoras que allí utilizaban. Le pareció
un tema tan interesante y atípico que decidió que debería incluir una en alguna
de sus novelas.
Poco a poco las intervenciones de los alumnos se fueron
centrando en su propia labor como escritor. Supimos que Fernando Lalana, a la
hora de escribir, no se centra en un solo libro, sino que trabaja simultáneamente
en varios proyectos. Eso sí, siempre de ficción, ya que, como confesó, no le
gusta en absoluto el género fantástico. Prefiere trabajar siempre con situaciones
y argumentos que puedan resultar verosímiles en la realidad. Tampoco es muy
amigo de los finales cerrados, ya que así cada lector puede completar todos
aquellos aspectos de la trama y de la vida de los personajes que le interesen
más, consiguiendo de esta manera que hagan un poco suya la obra.
Para concluir, no podía faltar la pregunta de por qué Fernando Lalana se hizo escritor. En realidad, su deseo era ser arquitecto, pero por diversas razones terminó licenciándose en Derecho. La abogacía no le resultaba muy atractiva, por eso, tras haber ganado algunos certámenes literarios allá por los años ochenta, decidió hacer de la escritura su profesión. Nunca sabremos si se ha perdido un afamado arquitecto o un gran abogado, pero de lo que no hay duda es que hemos ganado un buen escritor.
Helena Sisteré – Xavier Castellnou – Ricardo Viruete-Erdozá
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